Estudios recientes sugieren una conexión sorprendente: la vacuna contra el herpes zóster puede reducir significativamente el riesgo de demencia y retardar su progresión en personas ya diagnosticadas. Este hallazgo, que se basa en investigaciones anteriores, plantea la posibilidad de un nuevo enfoque para combatir una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo. El vínculo no se comprende completamente, pero la evidencia emergente apunta tanto al control viral como a beneficios más amplios para el sistema inmunológico como mecanismos potenciales.

La investigación: lo que muestran los números

El análisis de los registros médicos de más de 280.000 adultos mayores en Gales reveló una tasa de diagnóstico de demencia un 20% menor entre los vacunados contra la culebrilla en comparación con sus pares no vacunados. Una investigación adicional, publicada en la revista Cell, demostró que la vacunación también se correlacionaba con una probabilidad reducida de desarrollar un deterioro cognitivo leve (deterioro temprano de la memoria y el pensamiento). Fundamentalmente, las personas vacunadas con demencia tenían menos probabilidades de morir a causa de la enfermedad durante un período de nueve años: casi la mitad de los pacientes con demencia no vacunados murieron a causa de la enfermedad, frente a sólo el 30% en el grupo vacunado.

Estos hallazgos no son aislados. Otro estudio de 2024 encontró una caída del 17 % en los diagnósticos de demencia entre quienes recibieron la vacuna contra la culebrilla durante al menos seis años. Si bien estos estudios son observacionales (lo que significa que muestran correlación, no causa y efecto directo), la coherencia entre múltiples conjuntos de datos es notable.

¿Por qué sucede esto? La ciencia detrás de la conexión

La conexión surge del virus varicela-zoster, que causa tanto varicela como culebrilla. Este virus permanece latente en las células nerviosas de por vida. Cuando se reactiva, causa culebrilla, pero también puede contribuir a la neuroinflamación relacionada con el desarrollo de la demencia. La vacuna contra el herpes zóster entrena al sistema inmunológico para combatir el virus, lo que potencialmente reduce esta inflamación.

Según Pascal Geldsetzer, MD, PhD, de la Universidad de Stanford, la vacuna podría tener efectos protectores más amplios más allá del herpes zóster. “Las vacunas pueden tener efectos en el sistema inmunológico que van más allá de los anticuerpos específicos que están diseñadas para activar”, explica. Esto significa que la vacuna contra la culebrilla puede reforzar la función inmune general de manera que indirectamente proteja contra enfermedades neurodegenerativas.

¿Quién debería vacunarse?

Actualmente, la vacuna Shingrix se recomienda para adultos 50 años o más. Se administra en dos dosis, con un intervalo de 2 a 6 meses. Las personas de 19 años en adelante con sistemas inmunológicos debilitados también son elegibles. Si bien se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos, los datos existentes sugieren una razón convincente para considerar la vacunación más allá de prevenir la culebrilla por sí sola.

Si la vacuna contra la culebrilla resulta eficaz para prevenir o retrasar la demencia, representaría un gran avance en la medicina clínica y la investigación sobre la demencia.

El potencial de una intervención relativamente simple (una vacuna ampliamente disponible) para mitigar el riesgo de demencia es significativo. Se están realizando más estudios para validar estos hallazgos, pero por ahora, la evidencia emergente ofrece un rayo de esperanza en la lucha contra esta devastadora enfermedad.